Curiosamente, te estarás haciendo muchas preguntas. Desde cómo organizar el día a día, entre cuatro paredes, sin poder “respirar otras emociones” hasta, cómo plantear el pago de tus facturas sin poder demostrar tu labor, o bien, cómo programar el ritmo de vida de tu abánico de prioridades sin poder cumplir con tu misión.
Entre tales preguntas, desde mi punto de vista, las cuestiones con más sentido anímico, educativo, constructivo y espiritual, ahora mismo, (y teniendo en cuenta que partimos o que nos hallamos en el punto más estricto, crítico y severo que puede encontrarse una sociedad: una crisis a escala universal), son todas aquéllas que te brindan la oportunidad de conocer el verdadero y legítimo valor de tu libertad, de tu voluntad, de tu autodeterminación, de tu identidad, en definitiva, de tu auténtica y pura esencia como persona, individuo, sujeto, ser, organismo, elemento, entidad, y unidad.
¿En qué fecha aproximada volveremos a tener la libertad de poder sentir los rayos del sol rozando nuestras mejillas o el viento acariciando nuestras facciones o la brisa marina jugando al escondite con nuestro olfato?
¿Cuándo nos concederán la posibilidad de continuar conmoviéndonos con los emotivos momentos en familia y los vibrantes instantes con amigos?
¿Cuándo nos darán la oportunidad de poder seguir impresionándonos con las sutilezas de la naturaleza y las peculiaridades de lo mundano?
¿En qué momento nos darán un pase para seguir jugando nuestras propias cartas al inevitable e irremediable destino que nos ha sido concedido?
¿Para cuándo reanudaremos esos placeres vitales que formaban parte de nuestro gran código de valores?
¿Cuándo nos darán la sorpresa de poder reiniciar todo aquello que una vez empezamos y que nos entusiasmaba, hasta tal punto de tropezar y descubrir nuestra única forma o manera de ser felices?
¿En qué instante nos avisarán para retomar el arte de conocernos a nosotros mismos, gracias a las experiencias, vivencias, costumbres y hábitos del día a día?
¿Para cuándo nos devolverán parte de nuestro disipado tiempo para seguir apasionando a los demás con nuestros propósitos, proyectos o sueños?
¿y tú, has recapacitado, te sientes más consciente, más lúcido, más despierto? ¿O aún no percibes que eres tú, en última instancia, el que elige si esta situación sea el principio del fin o el fin del principio?