Ya presto atención y no interrumpo en clase y… ¿ahora qué?

Estamos tan sumergidos en el ritmo tan acelerado de vida que llevamos que en ocasiones, lo importante se reduce a lo secundario y lo no importante a lo esencial. Nos encontramos con situaciones absurdas constantemente, donde lo primordial no se escucha y lo trivial se toma en consideración ¡Qué absurdo todo!

En el ámbito escolar esta tónica se repite habitualmente en cuanto a los resultados académicos, pero se acentúa más en los alumnos con Dificultades en el Aprendizaje, concretamente en el alumnado que presenta rasgos TDAH. ¿Tiene algún sentido que una personita en edad escolar se medique para solo y exclusivamente prestar atención, y dejar de incordiar la “armonía” del grupo-clase con la finalidad de intentar aprobar los exámenes?. La medicación únicamente actúa de forma mecánica, es decir, potencia el nivel de activación de los recursos atencionales pero puede resultar costosa a largo plazo en cuanto a la autonomía de la persona si a ésta no se le guía, no se le ayuda a priorizar sus intenciones de una forma adecuada. De esta forma, estaremos creando seres sin habilidades o destrezas para dirigir sus intenciones de una manera apropiada e idónea y sobre todo adaptada a cada situación que se le presente. Indiscutiblemente, la medicación no puede generar la necesidad de crear nuevos hábitos en la persona, de ahí que se recurra a otra alternativa más sencilla, natural, más humana.

Pongamos un ejemplo. Tamara es una alumna que debido a su déficit de atención e hiperactividad se medica todos los días que acude al colegio. Todos los días son iguales, no hay nada nuevo ni interesante en clase, siempre lo mismo. Aun así presta atención, pero no a las explicaciones de los maestros, sino leyendo un libro de aventuras que ha pedido prestado en la biblioteca. En este caso, focaliza la atención a través de una intención que tiene en mente que le motiva bastante pero está dejando de lado las explicaciones de clase, su rendimiento académico ha empeorado, y continuos problemas de conducta. ¿Quién puede regular su comportamiento?, ¿Quién puede redirigir su conducta? ¿Quién puede guiar su actitud? Pues solo y exclusivamente ella misma, con ayuda, apoyo, con refuerzo, dedicación, paciencia, con templanza, serenidad, con perseverancia, constancia…la lista es interminable.

Ayuda de ¿qué tipo? Pues un apoyo y un refuerzo desde el núcleo familiar y amigos hasta un buen profesional especialista. Cualquier persona puede ayudar, aconsejar orientar, encauzar, dar ejemplo a través de sus vivencias, experiencia. Desde un compañero de clase, una amiga, un amigo de un amigo, la familia, un compañero de trabajo, un maestro, profesor, pedagogo, psicopedagogo, terapeuta, psicólogo, entrenador(coach), etc. Solo se necesita TIEMPO para escuchar y para ser escuchado y precisamente tiempo es lo que hoy en día no nos permitimos tener. Es curioso, nos permitimos de todo menos tiempo.