Muchos padres se preguntan continuamente: ¿Está mi hijo pasando una MALA RACHA en el ámbito académico y a ello se le suman conflictos en el núcleo familiar y dificultades en el entorno social? o quizás ¿pueda padecer TDAH? (Trastorno por déficit de Atención asociado o no a Hiperactividad).

Debemos hacer especial hincapié en analizar la propia DESATENCIÓN. Aquí os dejo algunas orientaciones que os pueden guiar en la detección de este déficit:
– Dejar de prestar atención a diversos detalles o cometer errores en las tareas escolares u otras actividades.
– Dificultades para mantener y/o sostener la atención en actividades lúdicas.
– Dar la impresión de que no escucha cuando se le habla directamente.
– No siga las instrucciones que se le dan hasta el final y no termine los deberes escolares, los quehaceres domésticos u otras tareas (y que ello no se deba a una conducta de oposición o desafiante o al hecho de que no haya entendido las instrucciones).
– Dificultades para organizar sus tareas y actividades.
– Evita tareas que requieren esfuerzo mental continuado.
– Pierde cosas necesarias para sus tareas o actividades.
– Se distrae con facilidad con estímulos externos.
– Se olvida de realizar actividades cotidianas.
Sin olvidar tampoco, los problemas de HIPERACTIVIDAD y de CONTROL DE IMPULSOS que pueden estar asociados a este trastorno como son: movimientos nerviosos, dificultades para participar en actividades de ocio tranquilamente, no “pare” o actué como “si le dieran cuerda”, hablar en exceso, responder de forma precipitada, dificultades para esperar su turno, interrumpir a otros en diferentes actividades…
Muy importante, tenemos que tener en cuenta que estos rasgos, síntomas, actitudes y /o comportamientos se deben presentar con FRECUENCIA, al menos durante 6 meses y de forma continuada.
Podemos ir teniendo los primeros indicios alrededor de los 4 o 5 años de edad pero puede haber VARIACIONES ya que cada niño es DIFERENTE y por tanto ÚNICO y darse el caso muchísimo más tarde.